El azar lleva a Eva Ayala, una policía divorciada de carácter fuerte y decidido, a investigar el caso de un niño que desapareció la Noche de San Juan, en el pueblo de Calella de Palafrugell, en la Costa Brava. Además, Eva arrastra el trauma de un pasado muy reciente y debe lidiar con su propia crisis personal. La complicidad que la unirá con Isabel, la madre del pequeño desaparecido, ayudará a Eva a afrontar su tragedia y recuperar la fe en sí misma. Pero solo conseguirá estar en paz si descubre la verdad detrás del caso, por mucho que este esconda un terrible secreto que amenazará con cambiar su vida para siempre.
El caso al que se enfrenta la inspectora Ayala, ocurrió tres años antes y ha sido dado por cerrado pues las pruebas señalan que el niño se ahogó esa misma noche, sin embargo la madre del pequeño no cree que la investigación se haya llevado adecuadamente pues piensa que su hijo, de apenas dos años, no pudo recorrer el camino que le separaba del lugar en el que estaba a aquel en el que ocurrió la tragedia. Ayala, que ha estado de baja casi un año vuelve al trabajo para intentar esclarecer los hechos.
La narración que plantea David Olivas está dosificada de manera que va llevándonos a través de la misma descubriendo nuevos detalles a cada paso, lo que hace que el interés por la lectura no decaiga en ningún momento. Tanto la trama como la elaboración de los personajes, el ritmo y el desenlace están cuidadosamente elaborados, sin embargo y a pesar de que resulta entretenida e interesante no acaba de ser redonda. Se pierde en algunos detalles, en errores que tal vez no sean importantes para muchos lectores pero que a mí me han chirriado. Sinceramente creo que falta documentación por parte del autor. Aún así, la recomiendo. Si estás buscando una buena historia para sumergirte en las tardes del verano seguro que ésta te va a encantar.
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