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sábado, 24 de febrero de 2024

LA ÚLTIMA ROSA DE SHANGHAI DE WEINA DAI RANDEL

 


1940. Aiyi Shao es una joven heredera y propietaria de un club nocturno en el viejo Shanghái, internacional y glamoroso. Ernest Reismann es un pobre refugiado judío expulsado de Alemania. Ha perdido casi toda esperanza hasta que se cruza con Aiyi, quien lo contrata para tocar el piano en su club, en un escandaloso desafío a las costumbres. Ernest logra un éxito inmediato que hace revivir el club de Aiyi. Rápidamente se dan cuenta de que comparten mucho más que una pasión por el jazz, pero sus diferencias son insuperables: Aiyi ya está comprometida y Ernest no le puede prometer ningún futuro. A medida que la guerra se hace más cruel, las vidas de Aiyi y Ernest se ven desgarradas por tener que elegir entre el amor y la supervivencia, y ya no queda más que sucumbir a la desesperación. Mientras todo parece ir en contra de ellos, se pone en marcha una cadena de eventos asombrosos, que cambiará la vida de los dos para siempre. Desde los brillantes clubes de jazz hasta las calles empobrecidas de una ciudad sitiada, La Última Rosa de Shanghái es una arrolladora historia de amor y redención.


No es éste un género que yo acostumbre a leer, debajo de la etiqueta de Novela Histórica y Romántica, caben muchas cosas y en general no me van los romances por muy de época que sean. Sin embargo en esta ocasión me he llevado una grata sorpresa. La compré poque me la recomendó una amiga conocedora de mis gustos literarios y también sinceramente porque me llamo la atención la portada y debo decir que he disfrutado mucho leyéndola, aunque no sé si la palabra disfrutar es la adecuada en esta desgarradora historia. 

Yo creo que la clasificación adecuada para el libro sería ficción histórica, aunque haya una historia de amor entre sus dos protagonistas principales. Y aunque es importante la historia que se desarrolla entre ambos personajes a mí me ha interesado más la parte histórica. Todos hemos leído montones de libros y hemos visto películas sobre los acontecimientos de la segunda guerra mundial, sobre los campos de exterminio en Alemania y otras ciudades europeas. También sobre la emigración de los judíos hacia otros países e incluso hemos leído algunos sobre los campos de internamiento o de reubicación de los americano-japoneses en Estados Unidos. Pero yo al menos no había leído nunca nada referente al comportamiento de los japoneses en China. 

En esta historia, que se desarrolla en Shanghai, la ocupación japonesa en la ciudad empieza por apropiarse de los negocios y las casas de los ciudadanos chinos para pasar a recluir a los extranjeros  en campos donde la libertad estaba vetada y la salubridad era nula.  El centro de Longhua, y eso es un hecho real,  fue uno de los nueve campos de internamiento que los japoneses utilizaron para encarcelar a más de 6.000 personas de una docena de países extranjeros entre 1943 y 1945. Los judíos que fueron a estos campos eran considerados apátridas, pues habían roto sus pasaportes y quizás eso ayudo a salvar algunas vidas. Aunque estemos hablando de una novela, me ha gustado conocer una parte de la historia que ignoraba.

Por otro lado me ha resultado muy interesante la forma en que la autora desarrolla el personaje de Aiyi. En una época en la que las mujeres chinas aún se seguían considerando poco menos que propiedad de sus familiares varones, padres, hermanos o esposos, la fuerza y entereza de esta joven y sus deseos de ser alguien por sí misma regentando un club de su propiedad me parece realmente encomiable. También lo es la dicotomía que se produce en ella, entre su respeto por las tradiciones familiares y sociales y su afán de independencia. 

En definitiva creo que la novela merece una oportunidad y aunque en algunos momentos puede resultar algo melodramática, no dejan de producirse desgracias, resulta bastante amena y se lee con interés.